Ante el gran Morelos,
Sollozaba una mujer,
Que con mirar lloroso
Y con ánimo triste y pesaroso
El cadáver inerte contemplaba
De un valiente adalid:
Su amante esposo.
Queriendo mitigar la desventura
De un corazón en el dolor prolijo,
El gran Morelos, con sin par ternura
Y con frases de plácida dulzura,
A la pobre mujer así le dijo:
-Calma
señora tu pesar profundo
Y ten la abnegación de un buen cristiano
Ha muerto por su patria,
Yen el mundo es un deber sagrado,
Sin segundo,
De morir por su patria el mexicano.
Y ella contestó con grave acento
-De mi marido la gloriosa muerte;
no es pena señor, que yo lamento,
es de mi corazón el cruel tormento
no tener otro esposo que ofrecerte,
mas me quedan cuatro hijos que te entrego.
¡Cuatro!
Con sangre de mujer patriota:
tres que podrán batirse sin sosiego
y apagaran el enemigo fuego
o su sangre darán gota a gota.
El mas pequeño
que con
fiebre adoro,
Ante el fiero cañón jamás se abate,
Le darás un tambor, tambor sonoro
Que al eco grave y al rumor canoro
Excite a sus hermanos al combate.
Joaquín Carranza
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